Sensores aplicados a la salud
En los últimos años hemos presenciado una explosión de los dispositivos y sensores que prometen ayudarnos a controlar mejor nuestra salud, nuestro estilo de vida e incluso en la investigación de enfermedades. Sin embargo, los dispositivos y sensores médicos existen desde hace muchos años en la práctica clínica. Eso sí, nunca han gozado de tanta publicidad.
Factores que han repercutido en los sensores
¿Qué ha ocurrido para que estemos viviendo un aumento exponencial del número de sensores y dispositivos para el cuidado de la salud? En términos generales existen dos factores principales que explican esta disrupción:
- Miniaturización y ubiquidad de los sensores. La reducción del tamaño de los procesadores siguiendo la Ley de Moore permite la integración de la circuitería y electrónica de manera cada vez más sencilla en un mayor número de dispositivos y materiales. Esto permite que estos sensores puedan estar presentes en varios elementos cotidianos. Algunos ejemplos son los smartphones, relojes inteligentes o incluso en los lugares más insospechados, (como el retrete).
Además han aparecido nuevos materiales. El grafeno o textiles inteligentes permiten que podamos llevar estos sensores en prendas de ropa, parches o adheridos a nuestra piel como tatuajes. Por último, el menor tamaño de estos dispositivos y reducido consumo de batería permite que incluso podamos implantarlos con más facilidad. Otra novedosa opción es tomarlos como una pastilla para obtener una imagen más precisa de nuestra salud.
- La mejora de los niveles de conectividad de estos sensores. Hoy en día podemos tener prácticamente cualquier dispositivo conectado a internet, formando parte del famoso internet de las cosas (IoT). Además, la llegada de nuevos protocolos de comunicación como el 5G mejora las velocidades de transmisión de estos datos.
En qué nos beneficiamos de los sensores
El aumento de todos estos sensores y la mayor conectividad lleva asociado un mayor número de datos. En ese sentido el aprovechamiento de la gran cantidad de datos es posible gracias a las tecnologías de Big Data y principalmente:
- Mayor capacidad de almacenamiento de datos, que además no necesitan disponer de una estructura definida.
- Procesamiento en tiempo real y aplicación de algoritmos de machine learning. Antes era impensables pero hoy en día gracias al cloud computing están al alcance de todos.
Esto es lo que nos permite disponer de una verdadera monitorización continua de variables biométricas en condiciones reales y normales. Antes esto sólo se podía plantear bajo estrictas condiciones de laboratorio.
Hasta ahora, al disponer sólo de medidas puntuales del estado de salud de la persona, los profesionales médicos establecían umbrales de riesgo basados en datos poblaciones. Estos datos promediados pasaban por alto la gran complejidad y variabilidad que existe entre las diferentes personas.
Ahora, sin embargo, podremos alcanzar un altísimo grado de personalización. Esto se realiza mediante el análisis individualizado de la evolución de los patrones. Permitirá la predicción con gran antelación de situaciones graves o descompensaciones en la salud.
Pasaremos entonces a una medicina más preventiva frente a la situación actual más reactiva (cuando ya se ha producido el cambio drástico).
Para terminar, hay que recordar que esta explosión de sensores y datos nos permiten analizar variables relacionadas con la salud que hasta hace muy poco eran descartadas por su excesiva complejidad. Relacionadas con la salud pueden ser el patrón de la marcha, los rasgos faciales, o el habla.
En conclusión, todos estos datos nos ayudarán como pacientes a conocernos mejor y ser agentes (pro)activos en el mantenimiento y cuidado de nuestra salud.