Neurociencia y deporte: Aplicaciones
Cuando escuchamos la tan manida expresión mens sana in corpore sano quizá no somos conscientes de hasta qué punto tiene un fundamento científico sólido. La interrelación entre cuerpo y mente afecta de manera decisiva a nuestro bienestar físico, hasta extremos que quizás no habíamos imaginado. Es por ello que, en los últimos años, se está utilizando el conocimiento desarrollado en el área de la neurociencia para mejorar el rendimiento deportivo.
¿Cómo puede la neurociencia mejorar el rendimiento deportivo?
Cuando practicamos deporte, todos hemos sido conscientes del papel decisivo que juegan las habilidades mentales en nuestro desempeño. La concentración, la visión espacial o el control de la ansiedad son algunas de las capacidades que se pueden entrenar. Existen en el mercado diferentes tecnologías que permiten el entrenamiento específico de estas habilidades. Por ejemplo, el sistema Dynavision-D2 se centra en mejorar el tiempo de reacción y la coordinación ojo-mano. Esto es esencial en muchos deportes, como, por ejemplo, el tenis.
¿Se puede entrenar la actividad cerebral?
Existen más habilidades a entrenar además de las que hemos mencionado anteriormente haciendo uso de la neurociencia. Podemos encontrar qué tipo de actividad cerebral o qué áreas del cerebro están más involucradas en el rendimiento deportivo y tratar de potenciarlas. Por ejemplo, en el artículo de 2018 de Pereira , encontraron que los sujetos que presentaban una mayor desincronización del ritmo mu (actividad cerebral que presenta una frecuencia entre 8 y 12 Hz) eran los que mejores resultados presentaban en una competición de tiro olímpico. Conociendo cuál es la actividad cerebral que queremos potenciar, se puede hacer uso de un interfaz cerebro-ordenador. De esto ya hablamos en un artículo anterior de este blog, para entrenar y mejorar estos ritmos específicos.
Entrenamiento de la imaginación motora
Existe una amplia evidencia de que el entrenamiento mediante imaginación motora mejora el rendimiento deportivo. ¿En qué consiste? En imaginar de la manera más realista posible el movimiento que el deportista va a tener que realizar en la competición real. Por ejemplo, imaginar cómo golpeamos con la raqueta una pelota de tenis. La repetición sucesiva de esta imaginación produce a la larga una plasticidad cerebral que se traduce en una mejor realización de dicho movimiento en la competición real. De nuevo mediante los interfaces cerebro-ordenador, se puede diseñar una aplicación en la que el deportista pueda entrenar la imaginación de un movimiento específico.
¿Veremos este tipo de aplicaciones en la alta competición?
Ya hay equipos de fútbol profesional que utilizan estas aplicaciones relacionadas con la neurociencia, como el Borussia Dortmund de Alemania. En mi opinión, estas tecnologías tendrán un papel cada vez más importante en la alta competición. Especialmente en aquellos deportes en los que llegar un segundo antes o después puede suponer la diferencia entre ganar o perder, como pueden ser el atletismo o la natación. Es posible incluso que se llegue a producir en el futuro algún tipo de control de “dopaje tecnológico”. Así se evitaría que algunos deportistas puedan hacer uso de implantes que potencien sus habilidades. Sin duda, será interesante ver qué nos puede deparar en el futuro la conjunción de deporte y neurociencia.