Envejecimiento bajo control: más vida y mayor bienestar

¿Se puede medir el ritmo de envejecimiento de la vida? Y más importante aún ¿es posible alargar los años de vida garantizando un nivel de calidad y bienestar suficiente?

Este es el gran reto que persigue la ciencia desde hace mucho. Vivir más, pero sobre todo, vivir mejor y gozar de la autonomía y la independencia para poder seguir tomando nuestras decisiones y realizar nuestras tareas diarias durante más tiempo.

Esto es lo que los investigadores de la Escuela de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia (EEUU) con el apoyo de la Fundación John A. Hartford llevan persiguiendo desde hace años.  Los científicos han desarrollado un barómetro que estudia, entre otras cosas, cómo los países se están adaptando al aumento en número y proporción de personas mayores en sus territorios.

 

Nuevo índice de Envejecimiento

 

Como hemos indicado, este nuevo índice estudia medidas específicas a través de cinco indicadores sociales y económicos que reflejan el estatus y el bienestar de las personas mayores en los diferentes países.

Desarrollado inicialmente para 30 países, el índice rastrea fuentes nacionales de datos sobre la edad de la población en diferentes lugares, incluyendo Estados Unidos y Europa Occidental. Según los datos obtenidos, el índice destaca que los cinco países que mejor se enfrentan al envejecimiento de la población son: Noruega, Suecia, Estados Unidos, Países Bajos y Japón.

Los elementos que evalúa el índice de envejecimiento de Hartford son:

  • Bienestar: mide el estado de salud.
  • Productividad y compromiso: evalúa la conexión dentro y fuera del trabajo.
  • Cohesión: medidas a través de generaciones y conectividad social.
  • Equidad: mide las brechas en el bienestar y la seguridad económica entre los que tienen y los que no tienen.
  • Seguridad: alude a las medidas de apoyo para la jubilación y la seguridad física.

 

“El índice proporciona una mirada exacta sobre lo bien que las sociedades se están adaptando a este desafío del envejecimiento. Esta herramienta permite a los países tener una visión más amplia de las condiciones actuales y de las probables realidades demográficas futuras”, explican los expertos.

 

Un paso más: medir el envejecimiento en sangre

 

Un grupo de epidemiólogos investigadores de esta misma escuela de Mailman (U. Columbia) ha diseñado además una herramienta innovadora para medir el envejecimiento biológico a través de la metilación del ADN en sangre.

La herramienta, a la que han bautizado como DunedinPoAm, es sensible a la variación del ritmo del envejecimiento biológico y lo puede analizar entre personas nacidas en el mismo año. El modo en el que lo lleva a cabo es mediante la medición de la metilación del ADN en la sangre.

Además, aporta una medida única para llevar a cabo ensayos de intervención y estudios de experimentos naturales. Investigan cómo el ritmo de envejecimiento puede modificarse por la terapia de comportamiento, de la administración de fármacos o, incluso por cambios en el medio ambiente.

 

Envejecimiento y enfermedades crónicas: algunas conclusiones

 

Según este estudio, los adultos de mediana edad que envejecerán más rápido mostraron declinaciones más rápidas en el funcionamiento físico y cognitivo y se veían más viejos en las fotografías faciales. Los adultos mayores que según la medición envejecían más rápido tenían, además, un mayor riesgo de sufrir enfermedades crónicas (bronquitis, neumonía, enfermedades cardiovasculares…) y de una mortalidad prematura mayor.

En otros análisis, los investigadores mostraron que DunedinPoAm captó nueva información no medida por las medidas propuestas de envejecimiento biológico conocidas como relojes epigenéticos. Según la herramienta, los jóvenes de 18 años con antecedentes de pobreza y abuso infantil mostraban un envejecimiento más rápido. También se veían afectadas por la restricción calórica registrada en el ensayo aleatorio.

En su estudio, los investigadores se propusieron desarrollar además un análisis de sangre que se pudiera realizar al principio y al final de un ensayo controlado. Esto determinaría si el tratamiento había ralentizado el ritmo de envejecimiento de los participantes. Por ello, analizando las marcas químicas del ADN (la metilación) se observó que estas cambian a medida que envejecemos, añadiéndose nuevas y perdiéndose otras. El estudio se centró en los glóbulos blancos de la sangre.

En definitiva, parar el reloj del envejecimiento no parece posible (aún). Pero cada vez estamos más cerca de alargar la vida y retrasar el proceso del envejecimiento biológico. Tanto desde el punto de vista genético como social y medioambiental.

Lograr un envejecimiento saludable implica mantener la salud de las personas mayores y conseguir que permanezcan autónomas e independientes el mayor tiempo posible. Por este motivo es imprescindible abordar la salud desde una perspectiva preventiva y trasversal. Que se incorpore a todas las políticas relacionadas con las personas mayores.

Un Envejecimiento saludable significa también dotar a los mayores para que puedan mantenerse activos y autónomos en la sociedad. Lo que permitirá una reducción o retraso de las enfermedades crónicas y la consecución de una vida más larga pero, sobre todo, mejor.

 

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