Cómo relacionarse “bien” con las personas con discapacidad auditiva
Escuchar es algo básico y esencial para poder establecer una buena comunicación. Este sentido es, sin lugar a dudas, uno de los más importantes para interactuar y lograr un entendimiento óptimo, además de disfrutar de una percepción plena de la realidad que nos rodea. Experimentar una sordera o cualquier tipo de discapacidad auditiva, como sucede con otros tipos de discapacidad, limita en gran parte la capacidad de entender y de relacionarnos. Por eso, hablar de accesibilidad y diseño de espacio y apoyos para la integración de las personas con hipoacusia o sordera es importante. La OMS ha querido impulsar la detección temprana de cualquier tipo de problema o deterioro auditivo con la celebración de un Dia Mundial de la Audición (3 de marzo). Nos parece una excusa tan buena como otra para reflexionar sobre cómo las personas con problemas severos de oído viven su día a día, con qué barreras se enfrentan y cómo les afecta a su autonomía personal.
Oír bien para comunicarse mejor
La Organización Mundial de la Salud, señala que una de cada cuatro personas presentará problemas auditivos en 2050. Urge anticiparse para minimizar y paliar, en la medida de lo posible, esta patología que merma nuestra capacidad de comunicarnos.
La prevención y la anticipación en el tratamiento es clave. Bien sea en niños pequeños o en personas que empiezan a notar una pérdida de esta facultad hay opciones múltiples para continuar siendo autónomos y vivir con las menos carencias posibles. La prevención, el acceso rápido a la atención personalizada y el autocuidado que siempre resaltamos desde ViveLibre son fundamentales para lograr los mejores resultados, tal y como puede verse en este vídeo.
Bien sea por hipoacusia (disminución de la capacidad auditiva por la vía orgánica natural) o por cofosis (la pérdida total de la audición), la integración de las personas con esta patología precisa del desarrollo de otras herramientas.
Así, desde la implantación de audífonos para posibilitar la maduración de las vías auditivas y el desarrollo del niño, al desarrollo de otras técnicas innovadoras, la rapidez en el diagnóstico resulta fundamental. En los primeros años de vida se obtienen los mayores progresos intelectuales y lingüísticos como consecuencia de la estimulación auditiva.
Recomendaciones útiles para integrar a personas con discapacidad auditiva
Pero hay otra serie de recomendaciones sencillas y muy lógicas que es conveniente no olvidar:
- Situarse frente a la persona que escucha, para que pueda leer los labios e interpretar nuestros gestos.
- Para llamar la atención de las personas con discapacidad auditiva, es bueno avisarles con un contacto físico. Por ejemplo, tocarles el hombro.
- Tener presente no taparse la boca con las manos u otros objetos.
- Evitar situarse a contraluz. Hablar despacio y con frases y mensajes cortos resulta también algo sencillo y muy útil.
- Mirar de frente y no darse la vuelta durante la conversación sin avisar.
- No elevar el tono de voz ni gritar. Eso deforma la cara y genera ansiedad. Tratar de explicar conceptos y palabras de la manera más simple y visual posible.
- Es también importante reducir el ruido de ambiente. Bajar el volumen de televisores o dispositivos móviles para lograr una mejor comunicación.
- Recurrir a la escritura si se necesitara no es un problema, pero siempre porque la persona nos lo ha indicado (asegurar una información clave como una dirección, etc.)
- Hablar con un tono de voz habitual y sin exaltaciones. Al subir la voz, especialmente al gritar, el sonido se vuelve distorsionado y confuso para la persona con hipoacusia.
- Pero, sobre todo, ser muy pacientes al establecer la comunicación. Por mucho que nos impaciente, el esfuerzo que ellos realizan para entendernos, es mucho mayor.
Conclusión
Comunicarse siempre es posible. Sólo hay que esforzarse y buscar el modo más eficaz. Y aunque sea lo último y más evidente es importante no olvidarse que a las personas con discapacidad auditiva y del tipo que sea, hay que tratarlas igual que a una persona sin discapacidad. No hay tecnología capaz de sustituir a la paciencia y la complicidad de una persona.
Lo único fundamental es adaptar nuestros códigos en la manera más optima a sus necesidades y preguntar si necesitan algo más, pero nunca darlo por hecho. En definitiva, tratarlas igual que nos gustaría que lo hicieran con nosotros.