Cuando el “edadismo” además de discriminar, enferma

Los prejuicios, estereotipos, actitudes negativas y, finalmente, la discriminación hacia las personas por motivo de su edad es lo que se conoce como “edadismo”. Así lo ha definido la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Esta discriminación evidente en el ámbito laboral se ha puesto de manifiesto de una manera más agresiva en los últimos años. Responde a una serie de valores y creencias que justifican esta negación de valor de ciertas personas por el único motivo de seguir cumpliendo años.

El edadismo está muy presente en nuestra sociedad y adopta formas diversas. Desde comentarios banales sobre limitaciones físicas o intelectuales directamente relacionadas con la edad, a actitudes degradantes e infantilizantes hacia estas personas. Pero, sobre todo, donde más se percibe es en muchas prácticas empresariales y laborales junto a otras de carácter político e institucional.

De lo que no se habla tanto es que además de ser una práctica discriminatoria, injusta y a todo juicio alejada de la norma, las repercusiones que tiene en los hombres y mujeres que lo sufren afecta a su autoestima, desarrollo y salud mental y física.

 

Salud y edadismo: más allá del envejecimiento

 

“El edadismo conduce a una salud más pobre, al aislamiento social, a muertes tempranas y cuesta a las economías miles de millones de dólares”. Esta es la conclusión principal de un informe de la OMS en el que se advierte con preocupación de los peligros que estas prácticas discriminatorias tienen para el cuidado y salud de las personas mayores.

Según señala este informe, en Europa, una de cada dos personas tiene actitudes edadistas de algún tipo hacia las personas mayores. Si bien es cierto que hay otro tipo de discriminación hacia personas de edades más jóvenes, es a partir de cierto rango de años (cada vez más bajo) cuando empiezan a sufrirse.

Y es que además la exclusión y discriminación por edad no afecta del mismo modo a todas las personas. La clase social, el nivel adquisitivo, la etnia y, desde luego el género (las mujeres lo sufren casi 3 veces más) son elementos determinantes en hacer que esta discriminación se acentúe.

Por todo ello no puede obviarse una realidad ya advertida por especialistas e instituciones sanitarias.  La presencia de actitudes negativas sobre la edad  producen alteraciones físicas y mentales que hacen que se reduzca la esperanza de vida en hasta 7,5 años menos. El envejecimiento no solo aumenta el aislamiento social, sino también el estrés cardiovascular y esto tiene unos efectos en la salud indiscutibles.

 

La discriminación enferma nuestra mente

 

El impacto del edadismo en la salud mental y el bienestar de los mayores es especialmente peligroso. Los especialistas aseguran que afecta a la manera de percibir algo tan inalterable como es el envejecimiento.

En relación con la salud mental, los síntomas del edadismo en personas mayores están asociados a un incremento de síntomas depresivos y a un más rápido y mayor deterioro cognitivo. Todo ello afecta a ámbitos claros de bienestar y calidad de vida e influye en actividades cotidianas como “no tomar la medicación prescrita o automedicarse, incrementar la ingesta de alcohol, volverse más sedentario y asilarse frente al resto de las personas”.

Si a todo esto le sumamos problemas físicos o psíquicos que hayan producido una discapacidad, la posibilidad de recuperarse y/o adaptarse para lograr tener una mejor calidad de vida se reduce significativamente cuando se padecen estas discriminaciones. El estrés que resulta de esa impotencia, la asunción de los propios roles y la merma de las capacidades hacen que las personas afectadas caigan muchas veces en la depresión y la soledad.

 

Edadismo: como evitarlo

 

Promocionar el buen trato a las personas de todas las edades e informar y concienciar sobre este hecho es, sin duda, el primer paso.

Además de ello, entre las muchas herramientas que pueden existir para hacer frente al edadismo está el hecho de comprender que el envejecimiento es una etapa más de la vida, que no debe esconderse ni negarse, porque es absolutamente irreparable.

Asimismo, es importante contrarrestar los conceptos negativos y estereotipados con el reconocimiento de la diversidad en la vejez. Los cambios debidos a la edad deben ser objeto de respeto.

Por su parte, la OMS insta a poner en práctica medidas legislativas y políticas para evitar la discriminación por edad y la vulneración de derechos. Estas leyes deben acompañarse de mecanismos que verifiquen su aplicación. Además de esto es imprescindible sumar actividades educativas que erradiquen los prejuicios y disipen los conceptos erróneos sobre estos temas.

Incorporar a todo ello acciones y actividades intergeneracionales, donde participen jóvenes y mayores ayuda a combatir el edadismo hacia las personas de todas las edades.

En cualquier caso, no hay que olvidarse de integrar a los mayores en todas las acciones que tengan que ver con su bienestar. Porque sobre todo ellos deben participar y mantenerse informados de la toma de decisiones en este ámbito al igual que cualquiera que tenga que ver con sus vidas. Ser autónomo y libre para poder elegir es uno de los principios de ViveLibre al que no queremos renunciar a ninguna edad.

 

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