Hablar correctamente sobre discapacidad

Parece lógico que llamemos a las cosas por su nombre para poder identificarlas. Sin embargo, no siempre el uso de una terminología precisa y sobre todo correcta es algo fácil de conseguir. Especialmente cuando hablamos de personas y, menos aún, cuando nos referimos a patologías o características que se utilizan muchas veces como etiquetas para definirlas. ¿Cómo llamamos a una persona que tiene una discapacidad? “persona con discapacidad”. Así de sencillo. Este es el término adecuado, pero aunque parezca una obviedad, desgraciadamente, todavía hay mucha gente que no lo utiliza correctamente.

Estamos hartos de escuchar a nuestro alrededor cómo algunas personas utilizan otro tipo de términos como discapacitado o minusválido, que, aunque sin pretenderlo, hieren la sensibilidad de muchas personas con discapacidad y la de sus familias.

Incluso en diferentes medios de comunicación utilizan términos inadecuados para referirse a las personas con discapacidad. Es probable que aquel que los utiliza ni siquiera sea consciente de lo que implica para la persona que lo escucha. Se trata, en la mayoría de los casos, de una falta de conocimiento. Por eso es tan importante visibilizar el uso adecuado de la terminología cuando hablamos de discapacidad.

 

Discapacitado NO, persona con discapacidad

 

Hace tan solo tres años que se modificó el artículo 49 de la Constitución Española para eliminar la palabra “disminuido” en favor de “persona con discapacidad”. Esta formalidad en el uso y definición del término es algo que en muchas ocasiones no es conocido. Afortunadamente, cada vez se escucha menos otros términos con inválido o incapacitado.

Algunos se preguntarán si esto es tan importante o, simplemente “¿qué diferencia hay entre discapacitado y persona con discapacidad? Aunque a simple vista no se perciba un gran cambio semántico, lo cierto es que el significado de ambos términos es completamente distinto.

El término discapacitado define a la persona, la engloba en su discapacidad. Sin embargo, cuando hablamos de persona con discapacidad, situamos en primer lugar a la persona y en segundo lugar la discapacidad; una característica de la persona, entre otras muchas. La discapacidad no la define, solo la acompaña.

También es importante destacar que cuando nos referimos a una persona que no tiene discapacidad, no se la debe definir como “normal”. El término correcto es persona sin discapacidad.

En cuanto al término minusválido, es uno de los términos más extendidos, por estar más arraigado a la sociedad, pero debemos desecharlo ya, puesto que es una palabra con connotaciones claramente negativas. Las personas con discapacidad no son ni mucho menos “menos válidas” que otras. Dependiendo del tipo de discapacidad que tengan (física, psíquica, intelectual, sensorial, orgánica o múltiple) tendrán más limitada sus aptitudes para realizar ciertas cosas y, necesitarán determinados apoyos. Pero lo que es indiscutible es que todas ellas son personas perfectamente válidas.

En la mayoría de las ocasiones, la persona que lo utiliza no pretende despreciar, sino que forma parte de la cultura y de unos conceptos antiguos para referirse a este tema. Se trata de términos que llevan muchos años en nuestra sociedad y por ello costará más deshacernos de ellos. Pero es algo tan necesario como imprescindible para poner en marcha y llamar a las cosas por su nombre.

 

Las cosas por su nombre, las personas también

 

Tampoco resulta preciso ni correcto utilizar una serie de términos que se han creado recientemente con el ánimo de no ofender a la persona con discapacidad. Términos como “diversidad funcional” o “capacidades diferentes” podrían considerarse simplemente como eufemismos. No se deben utilizar estos términos edulcorados para ocultar la discapacidad.

A las cosas hay que llamarlas por su nombre y, por tanto, a las personas también. Hay mucho desconocimiento cuando hablamos de discapacidad. En ocasiones, también temor a ofender. Lo que hay que tener claro es que la discapacidad no es ofensiva, en consecuencia, no hay que buscar palabras alternativas.

Toda esta reflexión pone de manifiesto que aún hay mucho que trabajar. Recientemente CERMI Madrid lanzó una campaña de visibilización en este sentido. Es importantísimo que entre todos nos sensibilicemos y compartamos diariamente el uso de la terminología correcta cuando hablamos de discapacidad, valorando a todas las personas y eliminando los prejuicios y conceptos estereotipados. Lo importante es que se muestre respeto por la persona, se la apoye y se vea siempre más allá de la discapacidad.

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