Mantener rutinas en personas dependientes

Nos gusta la novedad y tendemos a aburrirnos cuando las actividades y acciones se repiten o son demasiado previsibles. Pero en realidad, todos necesitamos establecer determinadas rutinas. Su efecto sobre nuestro cerebro es innegable. Aumenta nuestra seguridad al hacer más predecible nuestro entorno y nos permite concentrarnos en las tareas presentes despreocupándonos en lo posible de los imprevistos.

Además, libera una gran parte de recursos atencionales al funcionar en modo “automático”. Ejemplo claro de ello son todos los esquemas cognitivos que hemos automatizado como hablar un idioma, escribir, conducir o tocar un instrumento. No tenemos que hacer un esfuerzo extraordinario para volver a ponerlos en práctica una vez aprendidos.

 

Más satisfechos y eficaces

 

Las rutinas disminuyen también nuestra sensación de esfuerzo al realizar actividades conocidas e incorporadas en nuestra agenda. Además, mejora nuestra sensación de control y seguridad y nos ayuda además a fomentar la creatividad y valorar las pequeñas elecciones diarias.

Pero parece que además nos permite ser más productivos. Fijar hábitos nos permite que resulte mucho más fácil realizar determinadas actividades y su perfeccionamiento. Nos permite también alcanzar una mayor satisfacción personal. Esto es debido a que se alcanzan metas mejorando nuestra autodeterminación.

Si todos estos beneficios los aporta a cualquier tipo de personas, parece claro que el efecto de las rutinas será aún más relevante en las personas mayores o con dependencia.

 

Envejecimiento y rutinas

 

Cuando envejecemos, el peso del hábito se convierte en algo mucho más importante. Sobre todo, cuando la capacidad de reaccionar ante el entorno o las novedades empieza a disminuir. Por ello, la relevancia de la planificación y el control extra de lo que sucede o las actividades y tareas a realizar resulta mucho más imprescindible. Así, las personas mayores establecen una relación con su espacio (casa y objetos) mucho más estrecho. Puesto que estas cosas operan como un anclaje para ellas que las conectan con sus vivencias y también con sus necesidades. La casa y las actividades realizadas allí son un espacio de control que contribuye a su bienestar.

 

Autonomía y rutinas en personas dependientes

 

Las personas mayores tienen una lucha constante por preservar el control sobre lo que se pueden realizar sin ayuda. Cada cosa que se delega se convierte en terreno perdido. Tener obligaciones cotidianas y rutinarias sostiene al individuo en su conexión con su propia vida. Uno es lo que hace, de ahí que la actividad está unida a la identidad y su propia autonomía.

Por lo tanto, la sensación de manejar nuestras rutinas aporta control y proporciona seguridad. Esto es debido a que aleja de las situaciones inesperadas que tan desagradables pueden resultar a una persona mayor o dependiente.

Además, beneficia la salud mental al reducir el estrés y disipa la ansiedad ante lo desconocido que sin duda afecta especialmente a este colectivo.

 

Organización y previsión para un mayor bienestar

 

La organización de las tareas y la previsión en todo tipo de actividades (desde el ejercicio, las relaciones sociales a las visitas médicas), son imprescindibles en las personas dependientes. Primero, para limitar que tipo de apoyos precisan y no incrementarlos. Y después, para poder planificar con tiempo aquellas actividades que quieran desarrollarse.

Incorporar hábitos saludables como el ejercicio, especial atención a las rutinas de aseo e higiene personal y aquellas obligaciones que deben mantenerse son cuestiones también imprescindibles para tener en cuenta.

Y lo mejor de todo es que estos hábitos o rutinas repetidas permiten crear un tiempo adicional para relajarse, lejos del estrés. Las actividades incorporadas al día a día se fijan y empiezan a dar beneficios creando un circuito de recompensa en el cerebro que estimulará su consecución y animará a la persona a superarse.

Pero no todo son rutinas. Todos queremos y hasta necesitamos modificar en ocasiones nuestros esquemas de actividad diarios. Esto es normal y no debe preocuparnos. Solo indica que salirse de la norma de vez en cuando nos proporciona también el placer y la emoción necesarios para ser más osados y, sobre todo, felices.

 

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