Mejorar la autonomía, ¿qué puedo hacer?

La Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia define a la autonomía, como “la capacidad de controlar, afrontar y tomar, por propia iniciativa, decisiones personales acerca de cómo vivir de acuerdo con las normas y preferencias propias, así como de desarrollar las actividades básicas de la vida diaria”.

 

¿Pero qué sucede cuando la autonomía se ve afectada por un estado de dependencia, discapacidad o edad?

Una pérdida de autonomía física, mental, intelectual o sensorial provocará que sea necesaria la ayuda y atención de otras personas para llevar a cabo las actividades de la vida.

La autonomía personal no solo engloba poder realizar actividades cotidianas como vestirnos, ducharnos, desplazarnos o hacer la compra. La autonomía personal también se relaciona con la posibilidad de entablar relaciones con otras personas, desenvolverse en la sociedad, pensar y tomar decisiones de manera independiente.

 

Mejorar la autonomía: el reto del día a día

 

Mejorar la autonomía de una persona con discapacidad o dependiente es un trabajo de día a día. Y a veces no es una tarea fácil. Es fundamental contar con el apoyo y cariño de amigos y familiares, así como disponer de asesoramiento profesional. Hay que trabajar desde la motivación y el aliento para superar retos. Ello incidirá en una mayor autoestima y un deseo de superación mayor. Evitaremos crear expectativas muy altas que solo generarían presión y en su lugar, pequeñas metas. Y ante el logro, alabar y demostrar reconocimiento por el esfuerzo.

Anticiparse a la situación y disponer de los recursos adecuados puede ser clave para enfrentarnos a una merma de la autonomía.

Valorar de manera objetiva qué ayudas se necesitan en cada momento pueden aumentar la autoestima y la seguridad. Sin olvidar que hay una estrecha relación entre autonomía, dependencia y autoestima. Cada reto es importarte. Posiblemente cada actividad requiera un esfuerzo adicional. Para ello, no solo el cuerpo requiere un adiestramiento adecuado sino también el estado de ánimo. Cuerpo y mente deben estar en forma.

 

Como cuidador, familiar o amigo ¿Qué puedo hacer?

 

Conviene recordar que nuestro deseo de ofrecer ayudar debe ejecutarse siempre que la persona con discapacidad esté de acuerdo.  Según las recomendaciones de los expertos, realizar las tareas para que la persona con discapacidad no tenga que enfrentarse a ello, es una actitud errónea que solo contribuye al aislamiento y resta aún mayor autonomía.

 

Ante la discapacidad, lo esencial es:

 

  • Dirigirnos a la persona con discapacidad, no a su cuidador. Si tiene dificultades para hablar, no nos pondremos nerviosos, respetaremos su ritmo. No fingiremos haber comprendido si no es así.  Seamos naturales y sencillos.
  • Si acompañamos a personas que llevan bastones o su andar es lento, adecuaremos nuestro paso al suyo. No entorpeceremos su marcha ni la sujetaremos a no ser que nos lo indiquen.
  • A la hora de comer, si es posible, la persona debe sentarse a la mesa a comer. Si es necesario, se utilizarán cubiertos adaptados. En caso de necesitar silla de ruedas, la silla se colocará en la mesa adecuadamente.
  • En cuanto al vestido, es importante que las prendas sean cómodas y fáciles de poner. Así, no dificultarán la movilidad de la persona en situación de dependencia.
  • Probablemente tengamos que adaptar el cuarto de baño si no queremos que sea un lugar peligroso. Esto implica colocar asideros en la ducha o bañera, antideslizantes o silla para la ducha, entre otros.

 

Y para ello contamos con valiosos recursos disponibles. Como el caso de las ayudas técnicas www.ceapat.es, que ayudan a mejorar la autonomía de las personas en situación de dependencia o discapacidad. Existe una variedad amplísima en el mercado que contribuyen a facilitar el desarrollo de las actividades de la vida diaria. Tareas como asearse, vestirse, comer… hasta subir escaleras o conducir. Estas ayudas están pensadas para compensar una discapacidad y/o dependencia y brindar una mayor autonomía disminuyendo posibles limitaciones que puedan darse.

 

 Ser parte activa de la sociedad

 

Si una persona con discapacidad y/o dependencia cuenta con el apoyo de familia y amigos que aportan seguridad y respeto, su autoestima aumenta. Mejorar la autonomía también depende de otros factores. Por ejemplo, mediante la disposición de empleo.

Lo mismo ocurre cuando se participa en grupos, actividades deportivas y lúdicas. Ser parte de una red de confianza es el primer paso.

“La discapacidad no te define; te define cómo haces frente a los desafíos que la discapacidad te presenta” (Jim Abbott).

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