Ejercicio físico: La mejor fórmula antiedad
Millones de personas ya han descubierto el secreto para sentirse mejor y vivir más tiempo: el ejercicio físico. Muchos de los cambios que creemos inevitablemente ligados al envejecimiento son consecuencia de la escasa actividad física. Está comprobado que el ejercicio es fundamental para el mantenimiento de la salud.
¿Quién dijo que no existe una “fuente de la juventud”?
Todos los expertos y organismos internacionales lo recomiendan; no obstante, a veces parece que sólo es beneficioso para algunas personas o grupos poblacionales, mientras que pasa desapercibido para otros colectivos como las personas mayores. De hecho, dos terceras partes de los mayores de 60 años en nuestro país no practican actividad física regular o son prácticamente sedentarios. Y esto puede degenerar en algún tipo de discapacidad.
Buenas razones para hacer ejercicio físico
Hay dos buenos motivos que nos deberían animar a realizar ejercicio físico de modo regular a partir de los 60 años. En primer lugar, porque el ejercicio físico es un pilar básico en la prevención de muchas enfermedades; y en segundo lugar, porque juega un papel fundamental para evitar el deterioro funcional. Estas dos razones son las causas más importantes de discapacidad en los mayores.
La actividad física previene la hipertensión arterial, la obesidad, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, la osteoporosis y las caídas, y el estreñimiento. Además, es obvio que mejora la imagen corporal y favorece la socialización. Ayuda, así mismo, a combatir adicciones como el tabaquismo y, aunque aparentemente no estén relacionadas, también previene la depresión, la ansiedad, el insomnio y el desarrollo y progresión de las demencias y otras discapacidades.
Diversos estudios han probado que personas de entre 60-70 años que participaron en un programa de cuatro meses de entrenamiento para el desarrollo de la fuerza y masa muscular, recuperaron la capacidad funcional de veinte años atrás, es decir, que finalizado el programa se encontraban igual de saludables que compañeros suyos que empezaron el mismo programa de entrenamiento con 40 años (Mikel Izquierdo, Catedrático de la Universidad de Navarra, experto en el ámbito de la Fisioterapia y Biomecánica de la Actividad Física).
La relación causal entre la práctica de ejercicio y la sensación de bienestar se basa en que la actividad física estimula por un lado la liberación neuronal de neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, y por otro la producción hipofisaria e hipotalámica de endorfinas, unas hormonas que actúan a nivel de todo el organismo produciendo una sensación euforizante y de optimismo equiparable al estado de enamoramiento.
Yo ya no estoy para estos trotes…
La edad nunca será una contraindicación para practicar ejercicio físico, pero siempre ha de llevarse a cabo bajo una prescripción médica, sobre todo en caso de padecer enfermedades crónicas. Los ejercicios más útiles a realizar son aquellos que trabajan la resistencia y el equilibrio con una frecuencia de dos o tres días por semana. Para ello, son muchas las posibilidades: desde un simple paseo por parques y calles hasta cualquier actividad deportiva aeróbica moderada como la bicicleta o la natación, siempre que se adapte a nuestra forma física, capacidades y condiciones médicas.
Pasear, el ejercicio físico más sencillo
Pasear es un deporte sencillo, agradable y completo. Cualquier excusa es buena para practicarlo (idealmente en buena compañía). Además, la exposición moderada al sol ayuda a prevenir la osteoporosis gracias al aumento de niveles de vitamina D. Se recomienda caminar de treinta minutos a una hora diariamente a buen ritmo y sin detenerse. El inicio debe ser suave y la intensidad del esfuerzo, creciente.
Es deseable usar ropa cómoda y calzado cerrado y plano con buena sujeción (con cordones o velcro). Se aconseja esperar un par de horas después de comer y evitar las horas de más calor, sin olvidar nunca la importancia de una buena hidratación.